El Castillo de Quermançó se encuentra sobre un montículo de difícil acceso por el sur y el oeste que se encuentra a solo 2 km al norte del pueblo de Vilajuïga, en el interior del Alto Ampurdán y muy cerca del Cabo de Creus.
Los orígenes de este castillo, hoy en ruinas pero que proporciona excelentes vistas sobre la sierra de Verdera, el mar y el paisaje de viñas y olivos que lo rodean, se remontan al siglo XI, durante la época de la Catalunya feudal, ya que en un documento del año 1085, en el contexto de un acuerdo entre los condados de Peralada y el Rosellón, aparece mencionado. Poco después se incluye en la herencia del conde Ponç I de Ampúrias.
La historia de este castillo tan inexpugnable es larga y llena de vicisitudes que se alargan fundamentalmente hasta el siglo XIX, cuando los franceses, aprovechando el permiso de los españoles para entrar en España para invadir Portugal, aliada de Gran Bretaña, entran en la península ibérica. A raíz del conflicto entre españoles y franceses, el mariscal Suchet ordena la voladura de la fortificación en 1814, que previamente, en 1808, las mismas tropas napoleónicas habían restaurado para utilizarlo como cuartel.
El castillo se encuentra situado sobre un promontorio de 104 metros alrededor de la planicie que se extiende a sus pies. El lugar estuvo muy bien escogido ya que, excepto por el camino que sube a él, donde además se encuentra una torre de defensa que hace de primer escudo, resulta muy difícil su acceso. Otro capítulo aparte merecerían las numerosas leyendas que sobre él se han escrito (la cabra de oro, el laberinto que llega hasta el mar, etc.). Dalí siempre estuvo fascinado por este idílico mirador tanto que el artista surrealista propuso la instalación de un órgano que fuese accionado por la fuerza del viento de la tramuntana.
Este castillo ha sido declarado Bien Cultural de Interés Nacional y constituye un excepcional mirador desde el cual se alcanza a ver el mar de la bahía de Roses.
- Chàteau de Quermançó(VERSION FRANÇAISE)