El Valle de San Daniel es un precioso paraje natural situado a pocos centenares de metros al este de la ciudad de Girona. Junto con el parque de la Devesa, probablemente sea el lugar más atractivo para pasear y disfrutar de la naturaleza.

Valle de Sant Daniel, en Girona, Costa Brava

La frondosidad de su bosque es tan importante que, antes de ser denominada Sant Daniel en el año 888 (cuando llegó el cuerpo del santo tras su martirio desde Arles, Francia, al importante monasterio románico del siglo XI, en el mismo valle) era conocido como Valle Tenebroso y Valle Sombrío.

El Valle de San Daniel, a pocos cientos de metros del centro de Girona, está lleno de caminos forestales que nos permiten descubrir la naturaleza

El valle se encuentra rodeado de diferentes montañas que le otorgan esta condición. Se encuentra a los pies de las montañas de las Gavarras, y rodeada además por la montaña de Montjuïc y la sierra de Campdorà. Las cimas más importantes que lo rodean son Sant Miquel (388 m.) y Puig Estela (379 m.).

Claustro del Monasterio de Sant Daniel (s. XI, románico), en el propio valle, donde se conservan restos del santo del mismo nombre

Todo el valle es un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza y especialmente para los que aman caminar, porque está llena de caminos que nos permiten apreciar la rica fauna y flora que lo puebla. Es especialmente rico en fuentes: fuente d’en Pericot, fuente d’en Fita, fuente del Bisbe, fuente de los Leones, sin olvidar la Font del Ferro, que proporciona un agua ferruginosa de característico sabor picante. Y es que en este valle nace y transcurre el río Galligants, que a su vez es alimentado por otros riachuelos como el del Polvorí o el torrente de Santa Margarida.

El río Galligants nace y atraviesa el Valle de Sant Daniel. Y es que el valle es un paraje rico en fuentes y puentes históricos

Nosotros hemos realizado este recorrido en una mañana y hemos podido apreciar otros de los atractivos que posee este paraje: su histórica belleza arquitectónica, compuesta por típicas masías catalanas que han permanecido durante siglos viviendo de la agricultura: nos referimos al Mas Pi, el Mas Preses, el Mas Miralles, la Torre d’en Rosés y otros más, que configuran el escaso paisaje humano que este valle tan virgen tiene a solo centenares de metros del centro de la ciudad. Todo un lujo.