Monells es uno de esos pueblos del interior rural que representan la quintaesencia del Ampurdán, un lugar donde casi todo parece aún anclado en la época medieval, y donde el paisaje que le rodea recuerda vivamente a la Toscana.
Atravesado por el riachuelo Rissec, un afluente del Daró, Monells (pedanía que forma localidad junto a Cruïlles y Sant Sadurní de l’Heura) está formado por dos pequeños barrios: el de la Riera (a la izquierda del río, donde se encuentra la iglesia de Sant Genís) y el del Castell (a la derecha, donde encontramos los restos del antiguo castillo y la Plaza Mayor).
Por ello Monells es un lugar para perderse. Simplemente hay que deambular por sus callecitas rodeadas de muros medievales y contemplar las macetas con flores que cuelgan de las ventanas, junto a las piedras milenarias, la tranquilidad, sus arcos… precisamente el centro neurálgico de este núcleo es su Plaza Mayor, o Plaza Jaime I.
Se trata de una preciosa plaza porticada, las famosas “Voltes de Monells” (Arcos de Monells), que durante la época medieval fue el escenario de un importantísimo mercado semanal. Y digo que fue importante porque incluso durante su celebración estaba estipulado por ley que nadie podía ser detenido en la localidad por delitos pasados, con el fin de atraer el máximo número de asistentes. En 1234 el rey Jaime I el Conquistador estableció aquí, a un lado de la plaza, el patrón de medida de los cereales en todo el obispado de Girona: se trata de la “pedra mitgera”, y la que vemos en la actualidad es una reproducción fiel de 1818. Los arcos eran un lugar perfecto para que los comerciantes pudiesen continuar con su labor aunque el tiempo fuese lluvioso.
Con los siglos la vecina población de la Bisbal d’Empordà, a sólo 6 km, por donde pasa el río Daró, acabó tomando el protagonismo comercial de esta plaza, aunque ni de lejos este nuevo emplazamiento ha conseguido retener el encanto medieval que encontramos entre los muros de Monells.
- Voûtes de Monells(VERSION FRANÇAISE)