La bahía de Portlligat, con sus mil tonalidades azules y marrones, es uno de los rincones más bellos y fascinantes de la Costa Brava. Tiene una isla que se encuentra frente a ella y de la cual recibe el nombre, además de protegerla de las mareas y temporales. Salvador Dalí fue su más insigne habitante.
Portlligat (también escrita como Port Lligat) acoge además la Casa Museo de Dalí. Este museo fue la vivienda de Dalí desde que la compró en los años 30, cuando regresó de Nueva York. De hecho adquirió una serie de viviendas de pescadores que, con la ayuda de arquitéctos, logró unir entre ellas mediantes paredes y pasadizos. Una visita a este museo da buena cuenta de la configuración tan especial que tiene su espacio. Antes de convertirse en museo, mientras Dalí y su esposa Gala ocuparon la vivienda, pasaron por allí personajes como Federico García Lorca, Picasso o Walt Disney. El genial artista tuvo siempre mucho aprecio por este paisaje, tanto es así que en diferentes ocasiones declaró que era “el lugar más bonito del mundo”.
La isla de Portlligat tiene aproximadamente medio kilómetro de longitud y es un elemento muy característico del paisaje de la bahía. La isla ha tenido para los pescadores de la zona una gran importancia como protección y refugio. Actualmente la isla sólo acoge vegetación y algún árbol, aunque sabemos que con anterioridad, al igual que en el propio núcleo de Portlligat, acogió algunas casitas con moradores, entre ellas la del cartero del municipio, por lo que también fue conocida como isla del Correo.
Quien desee ir nadando desde el núcleo de la población hasta la isla probablemente encuentre que la distancia es demasiado larga aunque, si partimos desde el sur de la bahía, a la cual accedemos a través del del pasaje de Ses Boquelles y la playa d’en Ton, la distancia se acorta a sólo 60 metros.
El núcleo de Portlligat está adscrito al municipio de Cadaqués. Está formado por unas sencillas casas blancas de antiguos pescadores (hoy en día segundas residencias, la mayoría de ellas) y escasamente media docena de calles empedradas, algunas con escaleras. Llama la atención la disposición espacial de estas casitas y sobre todo las chimeneas coronadas por unas pirámides, una vieja técnica para impedir que el viento del norte, la Tramuntana, apagase los fuegos de sus chimeneas.
La playa de Portlligat, por otra parte, tiene unos 80 metros de longitud y escasamente unos 10 metros de anchura. Dado que la cala es tan pequeña y hay bastantes barcas, la verdad es que la cala de Portlligat no es una de las más atractivas para el baño, en comparación con otras de Cadaqués que sí poseen bandera azul. Así, la cala posee papeleras, aunque no duchas. Ahora bien, el acceso para minusválidos está totalmente acondicionado, sobre todo pensando en aquellas personas que deseen visitar el museo.
Otro punto de interés es la Ermita de Sant Baldiri, de 1702, que se encuentra en la parte superior de la cala, junto al cementerio.
- Portlligat(VERSIÓ EN CATALÀ)
- Port Lligat(ENGLISH VERSION)
- Portlligat(VERSION FRANÇAISE)
Tengo algunos recuerdos de esta cala… es muy curiosa, como todo el Cabo de Creus. Que nadie se espere una típica cala de arena dorada. Aquí lo que predomina es el gris y el negro.. con algo de marrón claro (por la vegetación seca) y verda (por la fresca).
No me extraña que este paisaje fascinase a Dalí. No sabía que la isla de Portlligat estuviese tan cerca desde uno de los extremos. De haberlos sabido la habría visitado sin dudarlo.