Gualta es una de esas localidades en la planicie del Ampurdán, casi a los pies de las montañas del Montgrí que parecen suspendidas en el tiempo pasado. Y uno de los elementos que contribuyen a esa sensación es su puente medieval, del siglo XVI, que todavía conserva sobre su superficie las marcas que los carros han ido dejando con el paso de los siglos.
Uno buena manera de llegar hasta Gualta es en bicicleta, sobre todo si lo hacemos desde el resto de localidades cercanas que se encuentran en la planície, por ejemplo Torroella de Montgrí. No tiene pérdida ya que este puente forma parte del sendero de gran recorrido GR-92.
Los excursionistas en esta zona de la Costa Brava son cada vez más modernos, de manera que no es extraño ver a viajeros no solo en bicicleta, sino por ejemplo en Segway, un vehículo eléctrico bastante silencioso.
El puente se encuentra situado sobre el río Daró, que un poco más adelante se une al Ter, más grande, para desembocar en la costa de Torroella. Es originario del siglo XVI, aunque los pilares de sus cinco arcadas se encuentran situados sobre otro anterior que no era lo suficientemente alto durante la época de crecidas del río. Todavía hoy este precioso puente sigue siendo la única entrada por el norte a la población y la verdad es que es un placer cruzarlo sobre todo cuando observas sobre su pavimento empedrado las marcas que la ruedas de los carros han ido dejando en el transcurso de los siglos.
De unos 60 metros de largo, este puente medieval ha visto pasar por sus piedras mucha historia ya que junto a él se encuentra un monolito que recuerda una batalla que se libró contra las tropas napoleónicas en este apacible lugar, en 1809. En 1987 fue declarado monumento nacional y hoy es quizás el mayor patrimonio arquitectónico de este bonito pueblo que es Gualta.
- Pont médieval de Gualta(VERSION FRANÇAISE)